Un cuento, una novela, un libro de ficción nos permite muchas veces, transportarnos hacia otros lugares, encontrar soluciones a nuestros problemas, aumentar nuestra capacidad de fantasear, entre otras cosas…
Sigmund Freud en 1908 redactó un artículo que se llamó “El creador literario y el fantaseo” en el cuál intentó descubrir de que manera un poeta- escritor realizaba su obra, de donde obtiene su material, y la respuesta que obtiene es la fantasía que nosotros ocultamos pero el poeta nos regala y por eso Freud dice: “Acaso contribuya en no menor medida a este resultado que el poeta nos habilite para gozar en lo sucesivo, sin remordimiento ni vergüenza algunos, de nuestra propia fantasía.” [1]
Otro autor que ha dedicado un tiempo a investigar la influencia de la literatura en nosotros fue Bruno Bettelheim, en “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”. Él toma los cuentos de hadas y analiza algunos de ellos para ver de qué manera influye en el niño. Plantea la importancia de estos en la educación, marcando que posibilita encontrar soluciones en diferentes conflictivas que debe superar, cada cuento influirá en el niño según el momento en que lo lea y tomará de este lo que pueda resultar de utilidad para ese momento particular de su vida.
Ahora, ¿Qué diferencia hay con el adulto?
En mi experiencia en la práctica clínica la literatura me ha ayudado para encontrar soluciones a diferentes problemas con los pacientes, en salas de internación, con pacientes psicóticos crónicos. Han permitido ampliar la visión del mundo de aquellos pacientes que aceptaron leer un cuento, una biografía o una novela, les permitió hablar sobre momentos actuales y pasados en sus vidas.
[1] Freud, S. “El creador literario y el fantaseo” (1908) en Obras Completa, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, p 135.
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