"El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero tambien lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado."

"El valor de la vida"
Entrevista a S. Freud, 1926.

martes, 20 de octubre de 2009

Animate!

Dibujo de tiza 3D (Anamorfosis)
Julian Beever

miércoles, 14 de octubre de 2009

Una lectura del dispositivo de Interconsulta (segunda parte)*

Un modo posible de intervención.
En las salas de internación de pacientes afectados por enfermedades respiratorias graves una de las funciones a llevar a cabo en el dispositivo de la interconsulta de Salud Mental es escuchar al paciente frente al dolor físico así como también acompañar al sujeto en el dolor subjetivo; del dolor del ser frente a la inmovilidad y, generar un despliegue del mismo ofertando un lugar de alojamiento y escucha no ingenua que busca la creación de una demanda o una pregunta que posibilite algún movimiento subjetivo.
En busca de tal fin resulta importante, en ciertas ocasiones, permitirse instrumentar recursos no tradicionales o convencionales en psicoanálisis para llegar a determinados pacientes que se encuentran en situaciones complejas, donde la palabra muchas veces se encuentra obstruida por el dolor físico, por alguna crisis en la función respiratoria, o por el estado anímico del paciente.
A modo de ejemplo tomaré un caso de la práctica diaria en el dispositivo de intercosnulta que despertó mi interés, que me permitió poner en práctica el psicoanálisis aplicado y generar un efecto en la paciente. Algunos datos de la misma, es una mujer, que llamaré S, de unos 50 años, casada, con dos hijos y dos nietas. Ella estuvo internada en la sala de cirugía por un empiema pleural, venía de otro hospital con una internación previa de un mes y luego se prolongo por un mes más, en la cual debió pasar por diversas complicaciones. En consecuencia, se desarrollo un estado depresivo y de apatía, mostraba indiferencia ante toda propuesta de la familia y a las indicaciones médicas.
En cada entrevista mantenida se intentaba localizar alguna actividad que ella pueda realizar en el periodo de internación y que la ayudara a encontrarle sentido a su vida. Una de las intervenciones que tuvo un efecto positivo fue proponerle leer un cuento. En el mismo la protagonista era “la tía Mercedes”[1], a partir de esta lectura la paciente despliega su historia de vida, aquello que causa su sufrimiento impidiendo su pronta recuperación; comenzó hablar de su historia matrimonial y familiar, sobre su personalidad que disentía con la tía Mercedes, lo cual provocó en la paciente un interés en otros libros y un cambio anímico. Al mismo tiempo y por añadidura, posibilitó pensar diferentes actividades que ella podía realizar a lo largo de su internación sin que ésta fuera objeto de sentimientos de soledad y desinterés a todo lo que la rodeaba, produciendo un cambio subjetivo en cuanto a la restricción en los lazos del plano social y del amor en que se encontraba.
Así se abrió la posibilidad a la abreacción, a la catarsis, es decir, a la liberación de una emoción, una descarga. Lacan en el Seminario antes mencionado realiza una breve historización del termino “catarsis” que proviene de la tradición griega, relacionado con la tragedia, situando además que es utilizado en medicina, haciendo referencia a Hipócrates diciendo “No cabe duda de que el término catarsis, en el contexto antiguo, ya era usado en una tradición médica, en Hipócrates, más o menos ligado a las eliminaciones, a las descargas, a un retorno a lo normal. Pero, por otra parte, en otros contextos, está vinculado con la purificación y especialmente con la purificación ritual.”[2]
A partir de la oferta de la escucha del analista se abrió la posibilidad de darle la palabra a la paciente, así consiguió romper con la inmovilidad del ser y física por la cual estaba transitando y comenzó a tejer para su nieta que cumplía años próximamente. Por otro lado, comentó diferentes actividades que ella hacía en su casa y cuales podía continuar realizando en su internación como por ejemplo diseñar modelos de carteras para luego finalizarlas en su hogar cuando obtuviera el alta.
Es importante resaltar el tema de la palabra ya que es ella el instrumento del psicoanálisis. Tanto Lacan como Freud han marcado continuamente la importancia de que el sujeto pueda hablar, la asociación libre, la posibilidad de que emerja del discurso una palabra plena. Lacan a lo largo de toda su enseñanza destacó la importancia del registro simbólico en la cura y criticó aquellos psicoanalistas que valorizaron otros aspectos de la teoría freudiana.
Es a partir de las palabras del sujeto que se puede ir construyendo su historia y reescribirla, como plantea Lacan en el seminario 1. Tomando esta arista del dispositivo analítico es licito pensar que una de las funciones que tenemos como analistas en la interconsulta es escuchar al sujeto en lo que tiene por decir, escuchar su historia, teniendo en cuenta que “La historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente, historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado.”[3] Es a partir de aquí que podemos ayudar a reescribir y modificar la historia. Es importante que el encuentro con el analista pueda marcar un quiebre, un antes y un después, y que no sea un simple encuentro posibilitando la re- inclusión del sujeto en la lógica del deseo.
Para finalizar me gustaría tomar unas palabras de J- A. Miller que permite pensar algo más de la función del analista en el dispositivo de la Interconsulta relacionado al caso planteado en el presente trabajo. Miller define la Salud Mental como una perturbación del orden público ya que el sujeto no es productivo y no es funcional a la sociedad contemporánea. Si pensamos en el hospital el orden público se ve alterado frente a pacientes que no cumplen con las indicaciones médicas que posibiliten su rehabilitación, y es allí donde somos convocados. Para este autor, los analistas no estamos al servicio de la salud mental ya que “No se trata de la armonía del sujeto con su ambiente, con su organismo. Porque el concepto de sujeto impide pensar la armonía del sujeto con cualquier cosa en el mundo. El concepto de sujeto, en sí, es disarmónico con la realidad. Y el analista no puede dar la salud mental. Solo puede dar la salud, es decir, puede saludar al paciente que llega a su consultorio. (…) en lugar de la salud mental, está el saludo analítico.”[4]

[1] Cuento perteneciente al libro de Angeles Mastretta “Mujeres de ojos grandes”
[2] Lacan, Jacques. (1959- 1960) El seminario. Libro 7. La ética del psicoanálisis. Editorial Piadós. Buenos Aires. 2007. Pág. 295.
[3] Lacan, Jacques. (1953- 1954) El seminario. Libro 1. Los escritos técnicos de Freud. Editorial Piadós. Buenos Aires. 2007. Pág. 27.
[4] Miller, Jacques- Alain “Patología de la ética. Primer conferencia.” (1989), en Lógicas de la vida amorosa. Editorial Manantial. Buenos aires. 2000. Pág. 71.
*Trabajo presentado en IV Congreso Argentino de Salud Mental, 4º Encuentro Interamericano de Salud Mental, “El Padecimiento mental. Entre la salud y la enfermedad”. AASM y World Federation for Mental Health. (13/06/09)